La prótesis que le ayudó a Jaiter a reintegrarse a la sociedad
Jaiter José es un hombre de 32 años de edad, quien nació en Venezuela y debido a la difícil situación que ha vivido su país durante los últimos tiempos, él ha sido acogido en Colombia, para ser más precisos, en la ciudad de Medellín, hace más de 2 años.
Un tiempo atrás, cuando apenas tenía 17 años, Jaiter disfrutaba salir a jugar fútbol con sus amigos. El deporte era una de sus pasiones y lo practicaba con mucha frecuencia en su época de la escuela. Mientras nos contaba su historia, recordaba con tristeza, lo que sintió en el momento de la amputación, expresando, “yo en ese tiempo era un muchacho joven, jugaba fútbol, me dolió mucho perder mi pierna”.
A pesar de todo, se mostraba muy agradecido con la vida. En el año 2007, después del accidente de tránsito, en el que su tío, en un intento por esquivar un camión que se dirigía hacia ellos a toda velocidad, giró abruptamente la dirección del automóvil hacia el lado derecho de la vía, ocasionando un fuerte golpe en la pierna del joven, quien iba de copiloto, por lo que recibió todo el impacto. Aunque evitaron un choque que podía ser mortal, no fue suficiente y fue así como Jaiter perdió su pierna.
Cuando llegó al hospital, superó un par de cirugías, en las que los médicos hacían todo lo posible para salvarle la extremidad. Intentaron ponerle dos injertos, que al ser rechazados por su cuerpo, desarrollaron una gangrena y al ver que no tenían más alternativas, le realizaron la amputación de su pierna derecha.
Gracias al apoyo de su familia, en especial de su madre, tuvo la fortaleza para seguir luchando y recuperándose. Por eso contaba que, a pesar de que estuvo a punto de salirse del colegio, su mamá no se lo permitió y por el contrario, le compró un uniforme, le organizó el pantalón, teniendo en cuenta que no contaba con una prótesis, y lo acompañó de regreso a la escuela. Continuando con la historia, Jaiter nos expresaba que jamás olvidará ese día en el que se atrevió a retomar su vida y así lo narraba, “cuando volví al colegio, mis amigos con cara de sorprendidos, mis profesores, todo el mundo, todas las miradas hacia mí, yo con ganas de correr, gritar, llorar, pero ahí ellos me acogieron muy bien, me trataron muy bien gracias a Dios, poco a poco, me fui adaptando, pero sí fue un poco fuerte el proceso”.
9 meses después de su accidente, tuvo la fortuna de recibir una prótesis, con la cual pudo seguir soñando, tal como lo relataba, “yo tenía mucho afán por caminar y apenas me la dieron, cogí las muletas y a caminar, caminar y caminar y a los cuatro meses, ya andaba con un bastón”, agregando, “gracias a Dios, el proceso fue rápido también, acá estoy, ya camino sin bastón y me desenvuelvo en las actividades diarias… Ahí vamos hacia adelante, siempre con Dios”.
Con el paso del tiempo, iba adaptándose a su condición. En el 2008, se integró a un equipo deportivo para personas discapacitadas, encontrando la motivación y la fuerza para seguir con su proceso de rehabilitación. El baloncesto le permitió relacionarse con personas que tenían historias similares a la suya, además, encontró en el deporte la posibilidad de sentirse útil nuevamente y aportar a la sociedad. “Gracias a Dios, ahí comencé a hacer deporte, muy bonito sentirse una persona útil para la sociedad e incluirse en la sociedad y pues de ahí en adelante le cogí mucho amor al deporte”, comentaba Jaiter.
Aunque unos años más tarde comenzó a rehacer su vida en Colombia, no dejó a un lado aquello que lo apasionaba y buscó la manera de pertenecer a un equipo que le permitiera continuar con el deporte. Al hacer parte de la fundación que lo acogió, uno de sus compañeros del equipo, siendo beneficiario de Mahavir Kmina, le habló sobre la Corporación. Jaiter no dudó en realizar la solicitud a través del sitio web, pues la prótesis que recibió en Venezuela ya tenía muchos años de uso y necesitaba un cambio. Cuando llegó a la Corporación, tuvo la oportunidad de conocer a otras personas que, como él, también esperaban ser atendidos para recibir una prótesis y coincidían en la felicidad que sentían al ser bienvenidos en las instalaciones y así lo expresaba, “estábamos comentando ahorita con otros compañeros, la atención, la calidad de personas, la energía que se siente tan bonita”, agregando, “también algo muy importante es que hay personas con discapacidad incluidas acá en el empleo, ayudando a otras personas con discapacidad. No hay otra persona que esté al tanto de cuáles son esas necesidades de una persona con discapacidad, como esas mismas personas con discapacidad”.
Encantado con el proceso de fabricación y adaptación, decía, “me fue bien en el proceso, me parece algo muy rápido, muy eficaz, la energía de ustedes acá es algo incomparable”, añadiendo, “yo en realidad iba con las mismas expectativas que allá en Venezuela cuando me dieron esta prótesis, allá es un poco más tardío, quedé sorprendido con la rapidez con que hacen las cosas, con el amor con que hacen el trabajo, eso se ve muy bonito de verdad”.
Mientras continuaba contando su experiencia de vida, pensaba en otras personas que viven situaciones parecidas y expresaba, “a mí me da tanto sentimiento, porque yo he vivido esa etapa de mi vida de complejos, de sentirse inferior a otro ser humano, de no aceptarse a uno mismo a raíz de un accidente o una enfermedad que uno padezca”, por lo que decía, “el consejo que les puedo dar es que hay que seguir adelante, hay que luchar por sus sueños, siempre aferrado a Dios, a la vida que es tan linda, si es posible, incluirse en el deporte que nos ayuda mucho a las personas con discapacidad, a incluirnos, a juntarnos con otras personas con discapacidad, que nos cuentan sus experiencias y de verdad, luchar por nuestros sueños, sea cual sea la discapacidad que tengamos”.
Jaiter tiene muchos sueños por cumplir, pero entre ellos destacaba que el más grande es, “llegar a ser un buen atleta, llegar a unos paralímpicos, llegar a representar en este caso a este país que me acogió, que es Colombia, luchar y llegar a unas olimpiadas, ese es el sueño por el cual lucho día a día”. Es por esto que trabaja realizando ventas virtuales, a través de las redes sociales y hace parte de la Fundación ADA. A medida que avanzaba la conversación, también resaltaba, “en Venezuela tengo el cuarto semestre congelado en Higiene y Seguridad Industrial, esperemos retomar acá más adelante si Dios quiere, o si se acomoda la situación allá”.
Era tanta la felicidad que expresaba, que su cara lo reflejaba mientras finalizaba la conversación en el cubículo de adaptación de Mahavir Kmina, manifestando su agradecimiento a todas las personas que se unen a la causa, para transformar vidas, “la verdad no tendría palabras ni fracciones para agradecerles, les deseo mucha salud y vida, que Dios les multiplique todo esto que están haciendo por muchas personas a las que en realidad nos hace falta esta ayuda que ustedes nos están dando, es de verdad algo muy útil”.
Commentaires